lunes, 21 de julio de 2008

Uno más...



Han pasado tantas cosas que hasta cumplí años, no llevo tantos, pero ya suman. Me permití un bodegón flamenquito, con sus tapas, quesos y fiambres, cante y baile, vino.
El recinto, el Avila, en plena AV. de Mayo.
Salud por mis "unos cuantos".

domingo, 6 de julio de 2008

Historias que deberían ser siempre secretas

No había visto La Vida secreta de las palabras de Isabel Coixet y lo hice hace unos días. Pienso que no debí. Menos en esta racha de azotamiento voluntario que transito. Dios, qué dolor. Creí que yo sería incapaz de contar ciertas cosas, no sé si sea pudor...o un respeto secreto que me invento; existe el argumento de que ciertas historias de tan horribles deben de ser contadas para evitar que sucedan de nuevo, seguro que es verdad, pero ¿servirá de algo que la gente desayune con atrocidades y pueda evitarlas...o simplemente terminamos acostumbrandonos a saber que pasan?
Recordé la historia de Helio Joao, o Joao Helio (casi olvido su nombre) aparecía a veces en la sobre mesa de algún “churrasco” y siempre era el punto más alto de la interminable lista de anécdotas violentos de Río. A mi me parecía de mal gusto siquiera mencionarlo, no sé porqué. La gente se alarmaba de que pudieran suceder cosas así: un par de adolescentes se hace de armas y se deciden a robar, en el asalto necesitan un auto para huir, el primero que se les cruza estaba ocupado por una familia; una madre y sus dos hijos, los chicos piden que todos salgan rápido. La madre intentó sacarlos, pero Helio su hijo pequeño tenía puesto el cinturon de seguridad, su hermana mayor quiso desabrocharlo sin conseguirlo, los chicos tenían prisa y se suben al coche sin que Helio estiviera fuera todavía, sin que su hermana consieguiera desengancharlo, los adolescentes cerraron la puerta y el niño quedó colgado fuera del auto, enrredado en el cinturón a ras del suelo. Ellos igual arrancaron. Helio ni siquiera había cumplido seis años.


Esta historia debería ser también secreta.