viernes, 26 de junio de 2009

En el Uruguay me contaron...



Del edificio que se ve en quinto -quizá séptimo plano- me contaron una historia. En cuanto lo vi desee vivir ahí por lo menos mil años. Asomarme por todas sus ventanas, ver el mar -y si no se ve imaginarlo- inaugurar dentro de él discotecas, salas de cine y descubrir pasajes secretos (que seguro que los tiene). Quise subirme hasta el último piso, hasta el último peldaño de la escalera... y de ahí a la antena.

Horas después buscaba un imán en una tienda cerca del puerto -para que cada vez que abriera el refri me acordara de las deliciosas morcillas dulces- cuando ella, una mujer de pelo muy largo y atado me interrumpió y me dijo que el edificio no era impresonante y hermoso nada más, dijo que también tenía su historia: cuando quedó terminado el arquitecto que le dio volumen y belleza, se subió a lo más alto...y decidió lanzarse al vacío y volar para siempre.

miércoles, 24 de junio de 2009

Los reflejos de Buenos Aires


Como siempre, continué mi búsqueda e intento descubrir cuál es la mejor milanesa a la napolitana con papas de Buenos Aires. Mi expedición continua.

Restaurante en San Telmo con banderines y cestas de pan que podrían estar sobre la mesa de un comedor casero. Paredes firmadas en portuñol que elogiaban las ricuras de la casa. Espejos. En la mesa de al lado tres estudiantes de cine discutían sobre su proyecto final y sobre la importancia de echar al cuarto que no estaba presente. Milanesa con mesa de atrás con una pareja mayor y simpática que compartía el postre. Café con mesa de enfrente llena de turistas jóvenes y rubietes que miraban guías de Buenos Aires.

martes, 23 de junio de 2009

No hay tiempo para descubrirla entera...


La puerta

El hotel.

En Montevideo parece que hay mar de verdad y se comen pimientos rojos asados en el mercado del puerto; si te pides un café expreso, te traen uno con leche, así que si lo quieres con leche, lo mejor es pedirlo cortado. Hay morcillas deliciosas con nuez y tal cual me contaron casi todos toman mate, el termo lo llevan abrazado o colgado. Hay una plaza que atesora candados cerrados oxidados que garantipor lo menos todo un invierno. La ciudad es húmeda como cualquier ciudad que tenga marineros que huelen a alcohol, los de vi escuchaban cumbia, mientras las gruas del puerto elevaban sus garfios para arañar las nubes.
Me encanta hacer viajes tan cortos que me permiten quedarme solo con lo superficial y las mejores impresiones, no hay tiempo para descubrir que no es maravilloso, pero sobre todo, lo que más atesoro son esas fotos apuradas que solo te regala la estancia de un único fin de semana.

jueves, 18 de junio de 2009

Uruguay-guay!


Carrito.

Nunca pensé que estaría en esta puntilla del mundo. ¿Me hubiese imaginado alguna vez que cruzaría el Río de la Plata y que desembarcaría en una ciudad llamada Colonia? ¿Había reparado en la existencia de un país tan chiquito y tan bonito como Uruguay?
Cuando nos alejamos de Colonia observé el extraradio más raro que haya visto nunca. Algunas casas, diría que de estilo colonial y perros flacos despedían a la ciudad en los extremos de la ruta, aunque a las casonas yo me las hubiera imaginado abandonas y en New Orleans, estaban en esa carretera y aunque para mi tuvieran cierto aire tropical hacía un frío que calaba hasta el último hueso. Solo algunas motonetas aparcadas en los pórticos hacían notar que siglo XX hacía tiempo que había arrancado.
El camino a Montevideo fue verde desde todas las ventanas del bus, excepto cuando se estampaba con vacas.
Cuando por fin llegamos a la capital del Uruguay-guay nos encontramos con una ciudad que parecía fantasma, linda pero fantasma, quizá se debía a que media capital estaba encerranda en un estadio sufriendo la perturbadora derrota contra el Brasil...