Otro paseo de domingo por San Telmo, cafelín para leer el diario y para comer: el restaurante favorito de la calle Defensa. El panorama gastronómico se reduce cada vez más ante mis ojos (y estómago). El día estaba fresco y precioso. En la terraza un chico rubio cantaba bossa nova y al lado de nuestra mesa unas brasileñas (madre e hija) rodeadas de bolsas de compras se contaban cosas. Salen guris de todas partes!
Calmo.
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