Sos un miserable pero no por la mancha negra que rodea el cuello desgastado de tu camisa. Eres miserable pero no porque tus zapatos están destrozados y dejan ver tus pies a través de agujeros imposibles de remendar otra vez. Eres un miserable pero no por el cordón raído con el que sujetas el pantalón sobrado de tallas. Eres un miserable pero eso no tiene que ver con que tu auto sea viejo y huela a humedad. Lo eres porque mientras discutimos durante media hora quién debía dar cambio a quién y mientras bajaste del taxi para llamar a la policía para tratarme como una delicuente pude ver perfectamente desde la ventana de tu sucio taxi, un fajo de billetes que tenías atado al pecho y que trataste de esconder cuando yo te descubrí...con todo ese dinero pudiste haberme dado el cambio que yo no tenía y que vos dijiste no tener. Sin necesidad de obligarme con la policía de por medio a buscar un billete más pequeño a media noche en una calle del barrio de Constitución, mientras tú te quedabas sentado en tu desgastado y sucio taxi.
Casi me diste lastima cuando vi tus zapatos, pero en ese momento comprendí por qué eras tan miserable.
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2 comentarios:
Muy fuerte y muy bien narrado. Un abrazo desde acá, de la ciudad condal a donde quiera que estés ;)
Ájaaa!! Cómo hay miserables!! Besos!
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